Wednesday, August 18, 2010

KIOTO 京都市

Kioto. La antigua capital. La esencia de Japón concentrada en palacios, templos, el paseo lento de las geishas y el sonido de las campanas en las calles estrechas. No se atrevieron a bombardearla durante la segunda guerra mundial. Demasiada belleza.

El castillo de Nijo  (二条城) y entre sus muros el palacio Ninomaru, hecho de madera de ciprés, sus paredes cubiertas con láminas de oro, grabados de madera, guerreros samurais pintados con sus perfiles desafiantes, tatamis elegantes, habitaciones abiertas a pasillos enormes... El shogun quería mostrar abiertamente su poder y las dependencias de su guardia personal no estaban ocultas, al contrario, abiertas a todas las miradas de los visitantes. Algo extraordinario del palacio son los pasillos. Los corredores exteriores. Cuando caminas sobre ellos crujen simulando cantos de pájaros. Se les llama Uguisu-Bari o Piso del Ruiseñor. Así el Shogun estaba a salvo de ataques de asesinos nocturnos o visitantes no deseados en sus dependencias. Sólo en Japón puede inventarse esto. Es imposible caminar sobre ellos sin que suenen por muy despacio que uno pise. He encontrado un video en la red para que lo escuchéis.

Mención aparte sus jardines. Tiene un gran estanque con tres islas: en el centro está la Isla de la Eterna Felicidad (Horai-jima), flanqueada por dos más pequeñas La Isla de la Cigueña (Tsuru-jima) y La Isla de la Tortuga (Kam-jima).

鳥を聞く
歓迎すべき音
鴬張りを渡る




Kinkaku-ji o templo del pabellón dorado. 金閣寺. Otra forma de llamar al templo del jardín de los ciervos (鹿苑寺). Construido originalmente en 1397 como villa de descanso de un Shogun, se ha quemado varias veces y siempre ha sido reconstruido. Las dos plantas superiores están recubiertas por láminas de oro puro. El sol cae a plomo sobre Kioto y el brillo del templo impresiona. Al primer piso se le llama la cámara de las aguas y al segundo la torre de las ondas de viento. Está rodeado por el estanque  Kyōko-ch o espejo de agua. El último incendió ocurrió en 1950. A un novicio budista se le cruzaron los cables y lo quemó. En pocos años lo volvieron a reconstruir. Yukio Mishima utilizó esta historia para escribir "El templo del pabellón dorado", donde recrea el proceso psicológico que lleva a alguien a quemar algo que se consideraba en Japón como la belleza absoluta. El estanque del espejo, inmóvil, refleja fielmente el templo y lo duplica en este día cuasi metálico.

  



La subida a una de las colinas más bellas del mundo se hace entre callejuelas donde uno se cruza con mujeres vestidas de geisha o maiko. O con viejitos de cien años de caminar pausado. Los pequeños restaurantes medio escondidos de las colinas del este abren sus puertas entre cortinas con kanjis dibujados para la cena del viajero. El tiempo se detiene y el templo a lo lejos espera a sus visitantes. Una subida al final de un día difícil, de calor, de encuentros con formas y figuras distintas a lo que uno está acostumbrado. Kioto se resiste a despedirse sin otro fogonazo de belleza.

Kiyomizu-dera 清水寺, o templos de agua pura. Dominan una de las colinas de Kioto unos de los templos más impresionantes que se pueden ver en Japón. Se construyeron a principios del siglo XVII y toman su nombre de las cascadas de agua que bajan de las colinas. 清水の舞台から飛び降りる o "saltar de la plataforma de Kiyomizu" es una tradición de la época Edo, que consistía en que si uno sobrevivía al saltar desde uno de los templos (trece metros de caída entre ramas de árboles) se le concedía un deseo por difícil que éste fuese. Se registraron unos 235 saltos durante la época, muriendo treinta y cinco personas en el intento por desafiar al destino. 

En el complejo se encuentra el templo de Okuninushino-Mikoto, un dios del amor y los buenos matrimonios. Allí se encuentran dos piedras a unos dieciocho metros de distancia. Si uno logra alcanzar la otra piedra con los ojos cerrados partiendo de cualquiera de ellas se considera un buen presagio. Si necesitara ayuda se considera que necesitará un intermediario o celestino para encontrar a alguien. Justo cuando empecé a caminar me dijeron que tenía que salir pues cerraban el templo. Y el Shinkansen me esperaba puntual y ligero en la estación.












Thursday, August 12, 2010

YOKOHAMA - KAMAKURA ( 横浜市 - 鎌倉市 )

Yokohama, muy cerca de Tokio. Viniendo de Kawazu me detengo aquí. Segunda ciudad del país. Y su mayor puerto . Enorme. Lo que llama la atención de Yokohama es su skyline. Su horizonte futurista con su fantástico atardecer. La zona se conoce con el nombre de Minato Mirai 21 (みなとみらい21). Allí está el mayor rascacielos de Japón. El puerto a tu espalda y una noria enorme, una montaña rusa, una hilera de hoteles, edificios con forma de vela de barco, edificios con huecos enormes en su base, edificios industriales de principios del siglo pasado de ladrillo rojo reconvertidos a tiendas de diseño. Y estatuas. Se ve que a los japoneses les gustan mucho. La mayoría a pie de calle. Nada de pedestales. Imagino que para poder fotografiarse junto a ellas. Me hace gracia la dedicada a la hermandad scout entre Estados Unidos y Japón, con dos niñas scouts saludándose al estilo militar delante de un barco de los años 30 (de nombre Hikawa Maru) que hacía la ruta del Pacífico antes de la guerra y que ahora es un museo.











El mejor plato de Ramen (versión japonesa de la sopa de fideos chinos) lo tomé en este pequeño restaurante de Yokohama. Los ingredientes del ramen son los men (麺) o fideos, la sopa, y el gu o acompañamiento. Parece sencillo. Pero no. La ciudad tiene hasta un museo dedicado a él. Vi por casualidad la película "The Ramen Girl" en la televisión vietnamita y era como una fijación probarlo. No me defraudó. Y fuera de Japón no he encontrado nada que se le parezca. Siendo sincero tampoco he buscado mucho, ya que no es nada fácil de encontrar el auténtico.


Kamakura (鎌倉市), a 50 kilómetros de Tokio. Ciudad famosa por sus templos y santuarios. Día muy lluvioso que estropea un poco la visita. Los pasillos que conectan los andenes de la estación cubren sus paredes con haikus. Lo mejor es que mucha gente se para a leerlos. En los templos por unas monedas puedes leer tu futuro, luego el papelito lo fijas a unas cuerdas verticales y se supone que se cumple. Lo curioso es que también hay malos augurios y no estoy seguro si alguien se atreve a desafiar al destino amarrándolo al cordel. Aquí está el famoso Buda Daibutsu, una estatua de casi 14 metros, hueca por dentro.  Está a la intemperie desde que un tsunami en el siglo XV destruyó el templo que le protegía. Tengo muchas fotos de sus templos pero prefiero esperar a Kyoto.








Tuesday, August 3, 2010

KAWAZU 河津町 (NANADARU) 伊豆の踊り子


Me alejo de Tokio. Voy hacia el sur en un pequeño tren que recorre la costa de la península de Izu. Antes de sumergirme en la vorágine de la inmensa metrópoli busco el otro Japón.  Entre el monte Fuji y el océano Pacífico. Me alojo en Kawazu en un pequeño hotel balneario con vistas a la bahía de Sagami. Mucha suerte en mi casi primer día de vacaciones. Nada más llegar me dirijo a las cascadas de Kawazu (nanadaru). Siete maravillas ocultas en medio un bosque de pinos y helechos en las montañas de Agami. A uno le viene a la memoria alguna de las películas de Kurosawa. Ran. La fortaleza escondida. Los bosques que rodeaban a la aldea afortunada de los siete samurais. Parece que va a aparecer de un momento a otro algún guerrero huyendo de un shogun enfadado. Pero no. Sólo japoneses tranquilos y unas hermosas estatuas que cuentan la historia de "La bailarina de Izu" (伊豆の踊り子). Un cuento de Yasunari Kawabata de 1927. Este escritor japonés ganó el premio Nobel en el año 68. "Izu no Odoriko" fue su primera narración publicada. Un joven estudiante que recorre el país y se encuentra con un grupo de músicos ambulantes. Y allí está ella, Kaoru. Es tan popular que los trenes que viajan por la península de Izu se llaman odoriko (bailarina) en su honor (JR East 185 Limited Express Odoriko). Y hasta cinco películas se han hecho en Japón sobre este cuento.


Regreso a donde estaba. Tratando de no resbalar por unas escaleras de piedra en la penumbra verde. Una niebla casi transparente emerge entre las ramas bajas de los árboles y deja entrever cada cascada. Hasta siete, como ya dije, que van dejándose ver en el momento preciso. El silencio acuoso del bosque de Kawazu, que envuelve esta mañana tranquila de verano, hace que la noción del tiempo y del espacio no estén muy claras. La magia de los olores a madera mojada y a lluvia inminente transforman el bosque y lo convierten en el inicio de un cuento en el que los kodamas o espíritus del árbol, juegan a esconderse de un occidental curioso que ha venido a interrumpir su sueño.






En "Senda hacia tierras hondas", Matsuo Basho, un poeta japonés del siglo XVII escribe:
"Subiendo el monte, a unos veinte cho (dos kilómetros) de distancia hay una cascada. Se despeña desde lo alto de una cueva, cayendo a unos cien pies a un abismo de mil rocas, lleno de verdor. Me refugié en la oquedad y miré el panorama desde detrás de la cascada, comprendiendo por qué se le llama cascada de Urami." 

No está escribiendo sobre Kawazu sino sobre paisajes al norte de Edo (Tokio). Pero parecen escenarios gemelos que me dejan cubrir con las palabras de Basho mis fotografías. Sobre ese día escribe un sencillo y hermoso haiku:

"Me quedo un rato
detrás de la cascada.
Entra el verano."




http://farm3.static.flickr.com/2381/2259316133_2c40a81f81.jpg







石激 垂見之上乃 左和良妣乃 毛要出春尓 成来鴨

A raudales contra la roca la cascada.
Junto a ella los warabi empiezan a brotar.
Ha llegado la primavera.

(Príncipe Shiki) Siglo VIII