Saturday, November 20, 2010

HOI AN - ベトナム

Hoi An o la joya de la corona de la costa de Vietnam. Declarada Patrimonio de la humanidad por la Unesco. En el barrio viejo la casa más nueva tiene cien años. Justo en el centro de la costa serpenteante de Vietnam, junto a la antigua capital Hue o la más cercana aún Danang que por cierto tiene (intenté ir pero no pude) un pequeño cementerio con las tumbas de algunos soldados españoles que allá por el año 1858, formando parte de la primera expedición francesa a Indochina, intentaron entrar por allí. Casi todos murieron. Hoy ese cementerio yace en el olvido. 

Lamento el retraso en alimentar al blog pero las circunstancias laborales actuales son como un depredador implacable que me tienen secuestrado casi literalmente. Pero uno es duro o eso cree y arranco al reloj unos minutos para teclear algunas vaguedades. Por Hoi An se paseo Michael Caine siendo un americano impasible simulando rincones de un Saigon que ya no existe. Si la volvéis a ver, es Hoi An la que se exhibe en algunas escenas. 

Los detalles. Hoi An reclama que nos fijemos en sus detalles. En su pequeño centro que limita al oeste con un puente japonés del año 1590 y al este con un mercado típico vietnamita, o sea, ruidoso y fascinante. Los detalles harán que nos olvidemos de las hordas de turistas. Muchos españoles. Es curioso pero al turista español se le ve venir, se le, se nos, distingue de lejos. Y no sé porqué. Quizás la ropa, los gestos, las conversaciones en voz alta cuando no a gritos, la mala educación en algunos y la mirada inquisitiva en otros. Ese "toque" típico que tienen (que tenemos) los hispanos. A veces uno se anima y se atreve a adivinar hasta la provincia de la que vienen. Ese es de Santander "capital" o ese no puede ser más que de Madrid o aquel gafapasta seguro que es de Barcelona. Y no hace falta que abran los labios.

Pero no divaguemos. Hoi An requiere ser paseada cuando llueve o al atardecer o a muy primera hora de la mañana. Huyendo claro está de la gente, pues Hoi An tiene calles estrechas propensas a los pequeños atascos de guías con brazo en alto y paraguas de colores. Pasear a la orilla del río mientras las barcazas sestean. Entrar en la casa de la familia Tran con muchos muchos años entre sus paredes y descubrir curiosamente que la tienda de recuerdos es más grande que la propia casa. Hacerse un traje a medida por 60 euros en doce horas y comprobar con sorpresa que han acertado con las medidas. Cenar en uno de sus restaurantes de color miel mirando al cielo que se oscurece por momentos con un color azul intenso y húmedo. Asomarse a la ventana del hotel a las siete de la mañana y comprobar que ese ruido que te ha despertado no era otra cosa que un búfalo de agua chapoteando. Los detalles. La isla Cu Lao Cham, situada frente a Hoi An, es la siguiente etapa.