Sunday, June 6, 2010

SEÚL - ソウル - 서울

Breve. Muy breve la visita a Seúl para lo que se intuye entre sus calles. La ciudad es inmensa. Llego en el día en el que se celebra el cumpleaños de Buda lo cual según me dicen es signo de buena suerte. Esa noche me acerco por la pagoda donde los habitantes de Seúl celebran una fiesta en su honor. Faroles de colores hacen de techo. Los de color blanco se colocan por las familias para recordar a sus muertos. Cada farol es una persona, se supone. Mucha animación y gente rezando, otros haciendo ofrendas, otros bailando, otros tocando unos tambores enormes.

Día radiante a mi llegada, sol y más sol y las calles del centro vacías (es festivo por el cumpleaños del niño Buda como dije antes) si por centro se entiende barrio financiero/multinacionales/fashiontiendas. Calles pequeñas que paralelas a las avenidas principales están llenas de pequeños restaurantes, tiendas de comestibles, un montón de pequeños negocios y casa bajas de apartamentos. Al día siguiente lloverá. Creo que hay más "centros" pero no me da tiempo a verlos. Alrededor de diez millones de habitantes.  Veinticinco si le sumamos el área metropolitana. La visita se convierte en un ejercicio de interpretación.  No me refiero sólo al idioma sino a los gestos y a los movimientos de la gente, en la comida, en los horarios. El idioma es ininteligible y en muchos sitios el inglés no existe. Incluso con el personal del hotel la conversación es difícil. 

Ciudad limpia, moderna, tecnológicamente superior. Aparentemente sin alma. La noche transforma la ciudad, especialmente el barrio universitario donde una fauna de gente se mueve entre neones y paraguas en una noche de lluvia intermitente. No puedo decir mucho más. Una visita demasiado rápida. La mirada es la mirada de una serie corta de fotografías tomadas al azar.  Hay algunas calles llenas de cafés y librerías que podían ser de cualquier ciudad europea. La visita sirve para fijar posiciones para el futuro. Como aquellos soldados que se adelantan a su ejército para reconocer el terreno y tomar nota de los terrenos propicios para acampar y de los desfiladeros que no hay que atravesar. Tomo nota de los barrios prometedores y de las calles a explorar. Hay ciudades que se resisten a las miradas ajenas y por eso se convierten en un desafío. Seúl es una de ellas.