Wednesday, March 24, 2010

EL TRÁFICO DE HANOI (I)


Hanoi es una ciudad de motos. Hay ciudades que están concebidas para el coche como Los Ángeles. Otras para pasear como París o Coimbra. Y hay otras como Hanoi, que son para las motos o mejor dicho para las vespas, vespinos, o como dicen por aquí motorbikes. Creo que si no se patea o más propiamente, se motea la ciudad, no se puede llegar a sentir la esencia de la misma. 

Nunca imaginé ni vi nada parecido, ni siquiera en Sicilia, un lugar  de  un tráfico bastante loco. Hasta que llegué aquí. La regla es sencilla: no hay reglas. La línea recta es la distancia más corta entre dos puntos. Las señales de tráfico y los semáforos son meras indicaciones que alguien colocó en algunos puntos de la ciudad no se sabe bien para qué. Una moto es un vehículo para toda la familia. Y cuando digo para toda la familia quiero decir al mismo tiempo. Los cruces son una especie de billete de lotería. Las rotondas son por supuesto en ambos sentidos. Y la calle se comparte con bicicletas, triciclos, campesinos, animales, baches del tamaño de un paraguas abierto, vendedores de todo y gente desequilibrada en general con tendencias ligera o claramente suicidas.

El claxon merece un párrafo aparte. En las motos, así como en los coches, está para ser usado porque si no ¿para que está ahí?  Y usado quiere decir todo el tiempo. De esta forma se comunican las motos y demás aparatos rodantes entre sí. Hay muchos clases de pitidos. Después de dos meses les voy poco a poco identificando. Está el pitido gracioso, el de buen rollo o enrollado, el simplemente ruidoso, el grosero, el musical, el de buque cisterna, el agónico (una especie de pitido que va de más a menos), el insistente,  el grosero, el petulante, el infantil, el adolescente, el absurdo, el impertinente, el insultante, el tímido, el enfadado y el desesperante. Hay algunos más. Cuando pueda los describo pues a cada uno le corresponde un fenotipo de vietnamita sobre dos ruedas. Lo gracioso es que a pesar del caos loco, ruidoso y estresante del tráfico, casi nunca tienen cara de enfado. Es más, el claxon lo utilizan casi siempre con una mirada elegante y algo despreocupada.